26 abril 2024

El entorno promueve la obesidad infantil

Según un nuevo estudio de una revista inglesa el entorno de los chicos es un factor determinante en el incremento considerable que la obesidad infantil y el sobrepeso han experimentado en las últimas décadas.

La publicación científica británica «The influence of the food environment and obesity in young children», que recogió 35 estudios realizados en niños menores de 8 años en tratamientos por sobrepeso, reveló que es muy difícil cambiar un comportamiento individual en un ambiente donde cada vez más se promueve un estilo de vida sedentario y un consumo elevado de calorías.

Los individuos interactúan con el ambiente en múltiples micro ambientes como la escuela, sus hogares y su barrio. A su vez, están influidos por los llamados “macro ambientes” como la educación, la salud, las instituciones, la industria alimenticia, las ideologías y las actitudes de la sociedad. Al respecto, el Dr. Máximo Ravenna destacó que “la gordura es una enfermedad contagiosa” basándose en que, según dijo, “tal como sucede con muchos otros hábitos (por ejemplo el consumo de bebidas alcohólicas) el entorno social contribuye directamente en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad”.

Otra investigación publicada en «The New England Journal of Medicine», avala las palabras del reconocido especialista. En cuanto a las conclusiones puntuales, Ravenna consigna que el “efecto contagio” es mayor cuanto más cercana es la relación. “Esto quiere decir, por ejemplo, que una persona no va a engordar porque su vecino tenga sobrepeso, sino que va a aumentar de peso cuando alguno de sus íntimos amigos, compañeros o pareja (con quienes comparte momentos, hábitos, gustos y salidas) lo haga”, argumentó.

Este entorno sumamente contaminante se debe, en parte a los horarios laborales de los progenitores, al incremento de las familias con padres separados, comedores escolares, etc, los cuales han afectado el comportamiento de las familias y, por lo tanto, el de los niños, en múltiples aspectos, incluidos el comportamiento alimentario y la actividad física. Actualmente, los menores ocupan su tiempo libre en actividades sedentarias como ver la televisión, jugar con videojuegos, usar el teléfono móvil e Internet, etc. Contribuyen a este problema por un lado, la tecnificación del hogar y de los edificios (ascensor, electrodomésticos) y el uso de los medios de transporte motorizados, y por otra parte, la inseguridad en las calles ha producido una disminución importante en el porcentaje de niños que van a pie o en bicicleta hasta el colegio, y que juegan en las calles.

Las hipótesis referidas a por qué ocurre esto son muchas. Una de ellas tiene que ver con la percepción que uno tiene de sí mismo cuando ve a otro, a través de lo que podríamos pensar que una persona que tiene varios amigos con sobrepeso se verá a sí misma más flaca y por ende podría tender a descuidarse. Esta suma de influencias en las condiciones de vida actuales es lo que promueve la obesidad en los individuos.

Para el médico psicoterapeuta es importante sensibilizar a la sociedad de la importancia que tiene transformar los ambientes obesogénicos en que actualmente viven los niños, donde la práctica de actividad física es muy limitada. “Es tan importante el factor contagio que en algún momento se creyó que podía haber un virus o una bacteria que produjera la baja en la inmunidad del mantenimiento del cuerpo” explicó Ravenna y agregó,” desestimada esta posibilidad se concluye en que los malos hábitos alimenticios y el propio incremento de la obesidad en la sociedad moderna actúan con un efecto dominó que conforma un círculo vicioso del que es muy difícil escapar”.

«Este efecto ha logrado una generación de entre un 35 a 40% de infantes con enfermedades relacionadas al tejido adiposo como ser trastornos alimentarios tempranos, hernias de disco, las piernas en forma de x, etc., cuando hace treinta años atrás era sólo de un 12%”.