19 abril 2024

¿Por qué estar?

En algunos medios digitales se publicaron notas referidas al caso “ASI” en Puerto Pirámides en las cuales se me nombra reiteradamente, ubicándome en una situación malintencionada, habilitando para prejuzgar mi presencia en el lugar, lesionando, de alguna manera, a mi persona y al cargo que ocupo en la organización que represento. Conozco y sé que quienes desarrollamos algún tipo de actividad desde una responsabilidad colectiva, estamos cotidianamente expuestos a estas situaciones.
En virtud de ello quiero por este medio, hacer llegar mi voz que nunca fue consultada, fortaleciendo así la búsqueda de la verdad en un tema tan delicado y que afecta a muchas personas.
El Departamento de Género e Igualdad de Oportunidades de la Asociación Trabajadores del Estado y de la CTA Autónoma tiene como función la incorporación de la perspectiva de género para favorecer la lectura crítica y cuestionadora de la realidad, para analizar y transformar diferentes situaciones que viven las personas, potenciando vínculos, poniendo en cuestión las ideas preconcebidas y los prejuicios. Partiendo de este concepto se acompaña a las compañeras afiliadas en las problemáticas que atraviesan cotidianamente, tanto en el ámbito laboral como en otros espacios donde mantienen sus relaciones interpersonales.
La causa de ASI en Pirámides tiene, como mínimo, algunos elementos que para una perspectiva de género deben ser tomados en cuenta. No deja de ser una disputa de pareja donde el hombre es el denunciante. Diecinueve (19) denuncias formales (Expedientes N° 000302/12; 000652/13; 001042/13; 000293/14; 000487/14; 000691/15, entre otros) más una cantidad de exposiciones anteceden esta situación, siempre en la misma dirección, el padre teniendo como denunciada a la madre, por los más variados temas. Una mujer que decidió cortar con una relación que no le satisfacía e intentó comenzar una nueva vida, feliz. Este hombre no se lo permitió, en ningún momento, siempre fue hostigada y amedrentada por el sólo hecho de tomar una decisión. Llegó a separarla de su hijo 3 meses antes de la denuncia, prohibiéndole verlo, a pesar de la guarda compartida.
La causa se proyecta con más de 30 involucrados que menciona el menor. Entre las figuras están los familiares de Bárbara y de Julián, hermanos, amigos y hasta la abuela y el abuelo del niño. Involucrando también a personas del orden político provincial y municipal. Todo esto da un marco de “gran caso judicial” sin embargo de todo ese paquete sólo se procesa a dos, la madre y su actual pareja. Pensar que se infló un globo tan grande para condenar solamente a la mujer que abandonó al marido no es imposible, es lo que está a la vista.
El caso Rotili y el caso del asesinato de la niña de 6 años en el Barrio San Miguel, muestra hasta qué punto los hijos son instrumento de una violencia doméstica dentro del universo intrafamiliar, donde el objetivo que tiene el agresor es castigar y destruir a su pareja. De más está decir que no soy ni jueza ni abogada, soy una mujer que milita en el ámbito de género. Hasta hace poco, medios que hoy se desgarran las vestiduras, como mínimo hablaban de crímenes pasionales, justificando la brutalidad del hombre que da fin a una vida. Hubo medios que en este caso decidieron, con buenas o malas intenciones, inclinar la balanza de la opinión pública con una posición moralista y así lograr una condena social.
No salgo a “bancar” con el prejuicio como forma de entender la realidad, salgo a militar y a ver qué es lo que está ocurriendo, qué es lo que hay debajo de la alfombra que algunos no quieren ver. ¿Acaso hoy algunos duermen contentos bajo el fallo de la justicia?, ¿la que juzga a Cristina Kirchner, la que juzgó a Milagro Sala, a Jones Huala, a Higui y a Rotili? ¿O como aquellos que hacen justicia por mano propia como en Comodoro Rivadavia, que asesinaron a los golpes al padre de un presunto violador mientras eran arengados por el verdadero?
Retomando la causa de “ASI” en Puerto Pirámides, hay muchas compañeras y compañeros, vecinas y vecinos que entendemos que se construyó una mentira. Ahora le toca al Pueblo de Puerto Pirámides sobrellevar la sombra que el odio de esa mentira pudo crear. Triste, injusta, dolorosa, indignante es esta historia. Estoy plenamente en contra del abuso infantil. Claramente lo he demostrado interviniendo en distintas acciones. Sería más fácil, más cómodo y hasta socialmente aceptado admitir esta mentira construida sobre una falsa denuncia. Lo más trágico es que estas mentiras lo que hacen es encubrir la violencia de género que una vez más aparece en escena.